14.10.16

El momento más feliz

Ya no te sé, y tal vez así está bien, o sea, todos sabemos que así está bien, o al menos, que lo estará. Ayer me quebré como nunca me había quebrado, iba en el cuarto asiento del autobús, y yo estaba bien, lo juro, hasta que me puse a pensar que toda la ciudad, cada metro cuadrado de ella guarda un momento de los dos, la parada dónde nos dijimos te amo, la vuelta del autobús en la que yo una vez me recosté sobre tu regazo, y tu me besabas la frente y me agarrabas el cabello, la pared del supermercado en el que te esperé un día y te vi llegar a lo lejos y lloré de emoción y alegría porque me encantaba verte caminar hacia mí, sonriendo dando unos pequeños saltos de vez en cuando, los pasillos de los supermercados en los que nos besabamos, el pasillo de los espejos en el que un día nos tomamos una foto y después nos dimos un largo beso, los carritos del supermercado en los que me subía de felicidad porque tú ibas a mi lado, las pastas de $2.50, los atunes que aborrecimos después de un mes de vivir juntos... y la lista es interminable.

Entonces yo reparé en eso, y en lo que estaba escuchando, en que me encantaba amanecer contigo aunque ya no lo dijera, en que amaba como me besabas al amanecer y como me abrazabas al anochecer, aunque ya no lo dijera, me desmoroné por completo en el autobús y lloré como una magdalena, y entonces llegué a casa de mis padres y mi madre abrió la puerta, yo empapado en lagrimas, y mi mamá preocupada, le dije que no pasaba nada, que iba a estar bien, (porque sí, un día voy a estar bien), que me dejara que tenía que lavar mi uniforme y que no preguntara.

Subió detrás de mí pensando en todas las probabilidades fatalistas en las que siempre piensa, y yo diciendole que no, que no me pasaba nada, que me iba a poner bien, que no importaba ahora, que me dejara lavar, por favor, me decía que no llorara, que me conocía y que sabía que era importante, y yo le decía que no, que no era importante -no me conoces, estoy llorando porque una canción me hizo llorar. Ella decía que no era posible, que una canción nunca hacía llorar tanto, y yo le decía que veía, que estaba así por una canción, y en buena parte lo era. Le decía otra vez que no me conocía y ella rompió en llanto, diciendo que sí, que no me conocía pero que no sabía que hacer, yo la abrace y le dije que nada, no tenía que hacer nada, sólo estar ahí, sin decir nada, sólo en el abrazo.

- Pero, que tienes, ¿que te puso tan mal?
- Lo extraño, lo extraño mucho.

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