Nicolas era algo menos entusiasta, pero eso era de esperar. Y se volvió aún más irónico cuando sus ricos compañeros de estudios nos visitaron para charlar con él. Le consideraban un lunático por vivir como lo hacía. En cuanto a mí, un noble que ayudaba a las actrices a embutirse en sus trajes y se ocupaba de vaciar los orinales, no tenían palabras para catalogarme. Naturalmente, lo que realmente deseaban todos aquellos jóvenes burgueses era ser aristócratas. Compraban títulos y se unían por matrimonio a familias aristocráticas siempre que podían. Y una de las ironías de la historia es que pronto se verían involucrados en la Revolución y contribuirían a abolir la clase social a la que, en realidad, deseaban incorporarse.
No me importaba si no volvíamos a ver a los amigos de Nicolas. Los actores no sabían nada de mi familia y cambié mi apellido verdadero, De Lioncourt, por el alias más común de Lestat de Valois, que no significa nada en realidad.
11.3.11
Libro olvidado
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