23.6.12

Orejas

Yo sigo durmiendo tarde y él sigue comportándose como un niño malcriado, y como todo niño malcriado recibe lo que quiere, dulces y golosinas al por mayor, claro si eso es lo que se entiende por sexo; no es envidia y nunca lo ha sido, antes envidiaría a aquel que locamente se ha dejado llevar por un amor que a alguien que practica diariamente el sexo, la experiencia es estúpida cuando no salen palabras de tu boca y sólo son balbuceos que ciegamente y sin pudor los demás logran entender por un gusto mutuo. Ser sin sentimientos, ser con sentimientos.

Y es que uno pensaría que después de estos años la vida le ha cambiado como a mí, que al verlo por la calle tan majestuosamente como antes al menos había aprendido algo de la vida, y no sólo a revolver dos colores y crear autorretratos en ciudades imaginarias, lastima da ese ser tan perfecto, vació de sentimientos y lleno de fluidos personales, ingenuo también que algún día de entre todos aquellos llegara su príncipe, estúpidos los que creímos que él era el que nos salvaría, estúpidos los que nos dejamos llevar por los balbuceos convertidos en sentimientos; sentimientos que ahora sé no eran y nunca han sido reales, si yo pudiera mentir de esa forma lograría el mejor premio de actuación, aunque si de mentir hablamos pues yo no soy el más indicado.

Yo sigo con el amor y el sigue con el deseo, yo sigo con la ingenuidad y el con toda la experiencia, yo me jacto de maldita humildad y el presume su cuerpo, yo tengo a mi Lola y el tiene a su Frida, yo sigo soñando despierto y el sigue creando sus sueños, yo sigo emprendiendo y el sigue cogiendo; aunque después de estos pequeños párrafos me doy cuenta, que no somos tan diferentes. Como siempre.

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