Hace unos pocos días Gabriel y yo tuvimos una cita, una cita de esas de las reales de las que uno se arregla para ver al susodicho (aunque ahora ya no tanto), en esas en las que nos quedamos de ver en un punto turístico del centro para comenzar con un "¿Que vamos a hacer hoy?", las llegadas tarde, del uno o del otro llegan a ser hermosas, la espera el querer leer pero no poder, etcetera, etcetera.
Y pues entonces, llega ese día, esa hora esa pregunta... caminamos durante minutos para idear algún lugar visitado y hermoso o no visitado pero interesante, yo quise ir a una galería que ahora expone algo acerca de la temática de las preferencias sexuales, Gabriel, como siempre, tenia hambre. Con poco dinero en el bolsillo y con los cafés de los que somos clientes frecuentes cerrados, nos pusimos en busca de un lugar nuevo donde comer. Entonces a Gabriel se le ocurrió un lugar que había visto y se veía chulo.
Y es así como llegamos a La Casa del Bagel, peculiar lugar; por fin descubrí que es un Bagel, lo comí lo saboreé y lo disfrute como hacía mucho no disfrutaba una comida, el café estuvo delicioso y me alegró que no haya sido instantáneo, ni tampoco de maquinita expendedora. Sin duda La Casa del Bagel desde el primer bocado se hizo famosa en nuestros gustos, y nosotros nos hicimos fans. La atención fue educada y no molesta, las salsas que lo acompañaban fueron deliciosas, los platillos y bebidas cumplen con el precio que se paga. Comer con música de Eurythmics fue provechoso.
Como anuncio esta en la calle de Simón Bolívar (entre Carranza y Obregón), tiene servicio a domicilio, son saludables y son exquisitos, sólo eso. Si no fuera por que a mi jefa le dije que me encantaron y después ella se puso celosa, yo los pediría a mi trabajo que queda como a una cuadra (ya luego hago el anuncio).
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