X

Siempre he sentido, muy dentro de mí esa pequeña inquietud por conquistar; y sé que no viene sólo de esta pequeña e insulsa vida. Mis sueños siempre me cuentan de ese pequeño pueblo que después de varias derrotas y caídas surgió como un fénix y como es que se convirtió en una ciudad para después ser La Ciudad, esa ciudad que se levanto con la ayuda de su pueblo y como si no de otra manera, decenas de ocasiones grandes monarcas quisieron lo que solo la gente, ya destrozada de cuerpo y tan débil de alma sí pudo.

¿Y cómo lo hizo? Que sé yo, mis sueños nunca me lo cuentan. Son sólo imágenes una tras otra, en algunas el pueblo está en ruinas y en la siguiente hay un festejo con una enorme piedra en el centro de la plazuela, la cual en la siguiente imagen es convertida en una famosa estatua; sus ojos tan míos.

Después de todas las imágenes, un rayo disparado de algún gran artefacto o de algún gigante destruye la estatua. En los escombros reluce mi cabeza y una gran X.

Entonces descubro que esa estatua era yo y la gran X debajo de mi mirada debió ser por que fui un «Algo» Décimo y que esa ciudad era mi ciudad; aun no logro reconocer su vestidura, no logro reconocer si el maquillaje en sus ojos es gracias a mí o a la religión, por qué eso si es seguro; desde el inicio de mi reinado hice a un lado a la religión de mis mandatos; claro, pasaba noches y noches pidiendo a los dioses ayuda: agua para las cosechas, suficiente ganado, y sobre todo que mi pueblo no se pusiera en mi contra, en pocos meses fue que me los gané ya que yo no viniendo de un principiado civil era muy difícil que ellos estuvieran conmigo desde los primeros días, sin embargo lo hice, y lo hice con un gran éxito; claro, existían las caras de enojo y frustración tan típicas de una ciudad que comenzó como un pueblo, comenzando con las caras de los que me otorgaron el cargo, y ahora es cuando no hablo de los dioses.

hoy morí con: tears for affairs - camera obscura